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COVID-19: conviene perder el miedo al concurso de acreedores

El concurso se tiene que plantear como una situación de gestión transitoria en la caída de los ingresos y no como el final de la vida de la empresa.

GMP ABOGADOS

Los empresarios tienen, generalmente, miedo al concurso de acreedores. En muchos momentos, no les ha faltado razón. A veces por los gastos asociados al concurso, otras por el recelo a la intervención de un tercero (el administrador concursal) en las cuentas de la empresa, y en ocasiones, por el desprestigio que una solicitud de concurso podría ocasionar entre los clientes.

No obstante, hoy en día, con la situación que están atravesando y continuarán atravesando muchas PYMES y empresas,  el concurso se ha convertido en una herramienta muy útil en la gestión de la crisis económica derivada de la falta de ingresos generada por el Covid-19.

No tiene que ser el final de la empresa

La cuestión es que el concurso no tiene que ser el final de la vida de la empresa, sino que se tiene que plantear como una situación de gestión transitoria de la caída en los ingresos. Y esto es perfectamente posible. Más de una vez, hemos leído que el 90 % de las empresas que presentan concurso, acaban en una liquidación.

Por nuestra experiencia, esto es así porque el concurso se presenta demasiado tarde, cuando la empresa ya ha agotado todas las posibilidades imaginables, y con la única finalidad de intentar salvar la responsabilidad de los administradores.

El asesoramiento es clave

El asesoramiento, en este tema, es clave, porque a buen seguro que si hubiera sido adecuado, no hubiera habido que llegar a este punto: hay que saber qué necesita nuestra empresa y qué recursos nos ofrece el concurso para darlos a nuestra empresa. Si no, es un fracaso.

El Gobierno de la Comunidad de Madrid ha aprobado, esencialmente, dos medidas dirigidas a flexibilizar las propias exigencias del hasta ahora siempre exigente concurso de acreedores. Esto es señal que el concurso de acreedores se prevé, desde los propios organismos legislativos, como un instrumento (a veces el único) que posibilitará superar la crisis económica de la empresa, derivada de la crisis sanitaria provocada por la pandemia del Coronavirus.

Reflota tu empresa con el concurso de acreedores

El empresario con dificultades económicas que no sabe si pedir o no pedir el concurso puede estar tranquilo (no se generarán responsabilidades) hasta el 31 de diciembre de 2020. Normalmente, cuando una empresa entra en situación de insolvencia (incapacitado para hacer los pagos actuales e incertidumbre de si podrá hacer los futuros), tiene un plazo de dos meses para instar, o solicitar, la declaración de concurso. Ahora, no obstante, hay margen para planificar las cosas y ver si esta es la solución adecuada, o podemos dar un poco de tiempo a la empresa para ver si conseguimos que vuelva poco a poco a funcionar.

Y, si la empresa ya está en concurso, tiene algo más de margen para encontrar una solución de viabilidad antes de liquidarla. Una vez se levanto el estado de alarma, el empresario cuenta con un plazo de un año antes de que no tenga que solicitar la liquidación de la compañía.

Por otro lado, el empresario que ya está en concurso, coge la iniciativa en la hora de aprobar un convenio de espera o condonación con los acreedores. Esto es así porque, una vez levantado el estado de alarma, el empresario cuenta un periodo de tres meses para llegar a nuevos acuerdos, o modificar los existentes, con los acreedores con los cuales, a pesar de haber comprometido el pago, no podido cumplir. Un privilegio pareciendo se aplica al incumplimiento de los acuerdos de re-financiación ya logrados.

Sea como fuere, una cosa es una cierta tranquilidad, y otra de muy diferente es que conviene no dormirse.

Contacta con nosotros, podremos asesorarte en tus decisiones empresariales.